Cuando me da por ser optimista me llevo todos los premios. Hoy, por ejemplo, no tendría rival.
Tengo la nevera medio vacía (no podía ser de otra manera), la casa a medio arreglar, la ropa a medio planchar, un trancazo que está haciendo su entrada triunfal y, encima, llueve en vez de nevar.
Ayer aún estaba esquiando en Kühtai, disfrutando de lo lindo, y hoy soy la persona más miserable de la tierra, exagerando un poco, claro está. Cierto es que ayer, domingo, tenía la nevera igual de medio vacía y mi casa era tan desastre como hoy, pero es que la enfermedad te cambia las perspectivas. Hoy odio al mundo y con él a todo ser viviente que ose molestarme.
Huyendo de los espejos y demás testigos de mi mala cara, me he dejado caer en el sofá y me he hecho un ovillito bajo varias capas de mantas, dispuesta a pasar la tarde en compañía de alguna peli de esas que he visto ya 500 veces.
Ummm… a ver... ¡Solteros!, esa me voy a poner. Que hace por lo menos 6 meses que no la veo.
Como en compañía de un buen amigo, el rato se me pasa volando y llego casi al final. Entonces comienza una de mis escenas favoritas:
Suena el Blue Train de John Coltrane y la cámara recorre un apartamento desordenado (vaya, me suena) hasta encontrarse con Steven (Scott Campbell), que está tirado en medio de su desastre, físico y espiritual (qué malas son las penas de amor, me digo, con lo bien que está este chico). Llega entonces Janet (Bridget Fonda) que termina por animarle un poco. Se abrazan y él, en recuerdo de tiempos pasados, le da un beso que ella rechaza cariñosamente.
“Steven: ¿Sabes? En un universo paralelo seríamos una pareja estupenda.
Janet: Si… pero en este, sólo vecinos”
¡Y se quedan tan anchos! Claro, como la peli tiene final feliz… Que les zurzan a ellos y a su felicidad…
Normalmente esta escena me conmueve, pero hoy… hoy no la soporto. Sí, ahora lo veo claro (nada como el lecho de enfermedad para revolcarse una en sus propios traumas). ¿Cómo no me di cuenta antes? Seguramente ya he encontrado a mi pareja perfecta en un universo paralelo, porque lo que es en este, como siga con mi suerte, no pasará de ser mi vecino, por decir algo (no tengo ningún vecino al que me gustaría dar acceso a mi universo).
Termina la peli y suena el timbre. ¿El destino que llama a la puerta? No, el Hausmeister que viene a arreglarme el grifo del lavabo (hoy es dura la realidad como pocas veces). Ya era hora, pero ¿tenía que ser hoy? Le recibo con cara de perros:
-Vengo a por lo del lavabo.
-Ah, muy bien, pase ¿tardará mucho?
-No sé, depende de la avería.
(Dioooooosssssss, no puedo más. Mi cara no disimula más)
-Le veo mala cara.
-¿En serio? No se preocupe, es que hay más vida dentro de mí que de costumbre.
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Lavabo arreglado, virus en plena orgía reproductiva (cabrones) y yo… nada… jodida pero contenta, como dice la canción. ¡Qué remedio! Al menos tengo lavabo de nuevo. Y ya lo recomienda la peli (aunque al principio): "Diviértete. Quédate soltero". En ello estamos.
Buenas noches.