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Mujer on constant sorrow

I'll be there for you

I'll be there for you

Este es el famosos estribillo de la sintonía de Friends, serie mítica donde las haya de la que yo me despedí finalmente anoche, algo más de dos años después de su final oficial.

10 años ha estado en antena y 10 años he estado luchando por ver la serie en su orden para no fastidiar la historia. Pero no ha sido fácil. La he seguido en diferentes canales y en diferentes países, con saltos adelante y atrás y con la consiguiente pérdida de capítulos y lagunas en la trama.  Per este post no va sobre Friends, sino sobre cómo comencé a ver la serie, que es la historia de mis propios "friends".

Recuerdo que por la época en que empezó la serie yo era una teenager, como le gustaba llamarnos a mí y a mi amigos Álvaro del Toro, el dueño y barman del Bar Centro. Por aquella época nos pasábamos las tardes muertas en el bar con un café, una baraja de cartas y el Fotogramas  o echando un billar o unos dardos si la economía estaba de buenas. Casi no hacía falata ni quedar: sabías seguro que habría alguien del grupo con quien echar un rato. Recuerdo que a Álvaro le fastidiaba un poco que le ocupáramos el mejor sitio del bar (como nos pásabamos la tarde allí no había quien nos lo arrebatara)porque la verdad es que consumíamos poco, pero también recuerdo que fue en una de esas tardes muertas, mientras ojeaba un Fotogramas en la barra, cuando Álvaro nos habló de Friends. De hecho, él veía Friends porque tenía Canal Plus y nosotros, pobres teenagers, tuvimos que esperar a que lo echaran en abierto. Supongo que a Álvaro, dentro de su película particular, porque era muy cinéfilo pero también muy peliculero, le gustaba la idea de que su Bar Centro fuese una especie de Central Perk. Y la verdad es que para nosotros un poco lo era.

Vaya aquí mi tributo a Friends y mi recuerdo entrañable a Álvaro y a su Bar Centro. A la serie, por tantas tardes de amenidad y por sacar el "Freaky-Pack" con todos los capítulos que me ha permitido, por fin, verla completa y llegar al final sin que nadie me lo arruinara. Al Bar Centro, por otras tantas tardes de amenidad, por el café, la música, las charlas de cine, el billar, los dardos, el trivial electrónico... por todo lo que allí he vivido con mis amigos. 

Sonrío al pensar en todo esto. Una mezcla de melancolía, nostalgia y calidez me retrotrae a los tiempos del bar centro, a lo que éramos y pensábamos entonces y a lo que los miembros de ese grupo somos y pensamos ahora.

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