De dónde soy
Vengo en tren de vuelta a Múnich desde Viena y me siento cansada. Pienso en muchas cosas al tiempo que un bello atardecer alpino pasa como una película ante mis ojos. A mi lado se encuentran personas muy queridas para mí que normalmente están lejos. Ellas, las mujeres de mi familia materna, duermen, cansadas de los paseos, las compras y las visitas, mientras yo aprovecho para poner un poco en orden mi cabeza. Me encanta viajar en tren. Me encanta viajar. Pero hoy tengo ganas de llegar a casa. A mi casa... Mi casa, que no es mía, en una ciudad que no es mi ciudad o tal vez lo es más que cualquier otra...Mi casa junto al mar, que ya no es mi casa, o tal vez es y será mi única casa... Mil y un hoteles que no son mi casa, pero en los que cada vez necesito menos para sentirme como en casa... ¿A dónde voy? ¿De dónde soy?
Mis mujeres se despiertan y vuelve la actividad al vagón.
-Joder, abuela, cómo roncas
-¿Yo?
-Sí, mamá, tú...
-Pero si yo lo que he oído es a alguien roncar...
- Pues a ti misma, ¡jajaja!
-Anda, nena, calla ya... ¿No hay algo de dulce?
Risas y más risas... El señor que comparte con nosotras el vagón también se ríe, aunque no entiende nada de lo que hablamos.
Entonces, un sonoro y cariñoso beso de mi madre sobre la mejilla me arranca una sonrisa que tiene una raíz muy honda en mis cavilaciones. Yo le cojo la mano y me echo sobre su hombro. Miro a mis mujeres reír y pienso que ojalá no se me olvide nunca que sí sé de dónde soy...
1 comentario
viernes -