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Mujer on constant sorrow

Desde el mundo con amor

Puente aéreo

Me voy a cruzar otro puente. Esta vez aéreo. A Menorca.

¿No había una canción que hablaba de un punte y de las Baleares?

Os cuento a mi vuelta.

Hasta entonces, felices días.

El puente

El puente

“Para cruzarlo o para no cruzarlo

ahí está el puente”

El puente, Mario Benedetti.

 

Uno se pasa la vida creyendo que va hacia alguna parte. Que cruza un puente. O muchos.

 

Intuye paisajes lejanos, siente orillas cercanas y ve manos que se agitan. Que saludan. O que despiden. Y piensa que hay que seguir cruzando para llegar.

Un buen día uno descubre que era eso la vida. Entonces hay quien se detiene y salta. Otros siguen.

Pero nadie llega.

Pasión Mora

Pasión Mora

Saad es un moro guapo y, probablemnete, el único vendedor de babuchas en toda la medina de Marrakech que no habla español y que no intentó atraerme a su tenderete con el consabido “¡todo bonito, todo barato!”. Tal vez fue por eso que entré en su tienda. O tal vez porque intuí sus ojos tras el brillo de las babuchas. O por simple casualidad… pero el caso es que entré y enseguida me fijé en unas preciosas zapatillas rojas bordadas con abalorios multicolores.

 

-¿Cuánto quieres?-pregunté.

-120 Dirhams-respondió al momento en un trabajoso español.

-Uff…-dije yo fingiendo contrariedad-80 te doy…

-¿80? ¿De dónde eres?-Curioseó.

-Española, andaluza, vecina, vamos. Y compro las mismas babuchas en Granada por mucho menos-le espeté tirándome un farol.

-Mira-comenzó a decir en francés-te explico por qué estas son mejores…

 

Y empezó a contarme una serie de detalles sobre la maestría del bordado, la dificultad del cosido a mano, la calidad de la piel de camella y no sé cuántas cosas más, porque la verdad es que yo no hablo francés. Pero le dejé hablar. En realidad daba igual, y yo hacía ya rato que me había olvidado de las babuchas y estaba más bien concentrada en unos ojos que se acercaban cada vez más a mí a medida que hablábamos.

Él, entretanto, movía mucho las manos mientras me demostraba lo flexibles y suaves, pero a la vez, fuertes, que eran sus babuchas. Pero yo ya sólo podía pensar en lo mucho que me apetecía tirarme de cabeza en esos ojos, nadar a placer por ese iris tostado e intenso, bucear por el negro brillante de sus pupilas y recalar por sus profundidades, hasta colarme en lo más escondido de su alma morisca…

 

De pronto, una pregunta en español me devolvió a la realidad.

 

-¿Entiendes?

-Sí, sí–dije yo entre despistada y segura- pero no te doy más de 80 dirhams. Ouaha?

-Ouaha–dijo él, reconociendo, para mi satisfacción la palabra bereber que se usa para cerrar los tratos y que yo había aprendido en otro tenderete unos minutos antes-. Tienes ojos de gata-añadió-y las gatas son peligrosas. ¿Cómo te llamas?

-Sorrow–contesté mientras recogía mi vuelta y mis babuchas. ¿Y tú?

-Saad-dijo alargando una a que a mí me pareció sensual y eterna.

-Hasta la próxima, Saad-le dije. Y le sonreí.

 

Me callé, sin embargo, lo que yo opinaba de sus ojos. Y es que, por un instante, me vi en mi propia fantasía  protagonizando la versión mora de La Pasión Turca.

 

¡Pena de diferencias culturales…!

Volare

Los vemos cuando empieza a despuntar el calor, con sus atuendos imposibles y su tono de piel color cangrejo, y nos despiertan una sonrisa. Los que he hemos nacido en el sur los conocemos bien, pero nos resultan difíciles de comprender. Son los guiris y ahora sé que para entenderles hay que vivir entre ellos.

Ahora la guiri soy yo, y cuando llega el momento de coger el avión para poner rumbo al sur es cuando de verdad siento que comprendo la mentalidad alemana.

Ayer volé, por fin, directa al sur y hoy me ha despertado un rayo de sol. Así que, mientras me preparo para ir a pasear a la playa, os dejo con un poquito de Urlaubstimmung, o lo que es lo mismo, ritmo de vacaciones ;)

 ¿Volamos? ¿Bailamos?

 

Starkbierfest

Como es sabido, fueron los monjes que fundaron la ciudad de Munich los encargados de velar con mucho mimo por la tradición que hoy la hace famosa en el mundo entero: la cerveza.

Y como también es sabido, los monjes se las han apañado muy bien a lo largo de la historia para mejorar sus condiciones de vida cuando las cosas se les ponían difíciles. Pero hay al menos un caso en el que tenemos que dar las gracias por esta habilidad, ya que nos ha dejado una tradición imprescindible de ésta mi amada ciudad alpina: la Starkbier, es decir, la cerveza fuerte. Y vive Dios que hace honor a su nombre.

Por Cuaresma, los monjes notaban que la reducción en la ingesta de proteínas les dejaba débiles y decidieron crear una cerveza que tuviera más nutrientes, pero también más graduación (ya lo he dicho, tontos no eran). 12º nada más y nada menos tiene la criatura que nace cada marzo en la cervecería  Paulaner de Nockherberg, al sur de Munich. ¡Y no se sirve en jarras menores de un litro! Unas jarras preciosas de cerámica gris, por cuyo borde redondeado asoma la espuma tostada de la cerveza negra que los monjes llamaron Salvator (ellos sí que sabían). Sólo de pensarlo se me hace la boca agua.

Ahora estamos en plena Cuaresma y yo ya empiezo a notar los efectos del ayuno, así que voy a rescatar mi dirndl (traje tradicional bávaro), me voy a apretar las tetas dentro del corpiño según la costumbre y me voy a entregar a la salvación a ritmo de polca y yoloreiiiiii…..

De ahí seguro que voy directamente al cielo con todos esos monjes.

Immer wieder März

Immer wieder März

Marzo es un mes que me sienta mal.

Es un quiero y no puedo entre el invierno y la primavera que me desconcierta y me desequilibra el alma. Es como febrero, pero más puñetero, porque hace promesas que luego no puede cumplir y aún no es abril, de modo que puedes, y debes, contar con lluvias, tormentas y hasta granizos de mal agüero.

Marzo es malo para la agenda, para el armario y para el corazón. Por eso paso por él siempre de puntillas, por miedo a quedarme atascada  eternamente en un marzo infinito de indecisión y dudas. ¡Qué horror! Creo que esperaré a abril para terminar de descongelarme, no sea que me eche a perder.

Y para colmo me paso la vida entre hoteles y aviones, que ya no sé ni para qué pago un alquiler. Más me valdría tener acciones de la Lufthansa...

En unas horas me espera Berlín, como siempre hacia mediados de marzo. De nuevo la maleta, el avión y una habitación de hotel (esta vez espero al menos saber dónde estoy cuando me despierte). El trabajo me atrapará la mayor parte del día, pero ya me las apañaré yo para dejarme atrapar también por la que para mí es una de las ciudades más apasionantes de Europa. 

Sed buenos. 

Hasta la vuelta. 

Andaluces

"Hombres de luz que a los hombres,

 alma de hombres les dimos"

Himno de Andalucía, Blas Infante.

Paraíso

Paraíso

"Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos"

Sombra del Paraíso, Vicente Aleixandre

La boda de mis queridos amigos amigos Toñi y Edu me da la excusa perfecta para dejarme caer unos días por Málaga.

Voy a ver si me emborracho de sol y me dejo mecer despreocupadamente por las olas del mar.

Por cierto, mamá: ¿Me preparas unas lentejitas?

3 años y un día

3 años y un día

“München leuchtete”

("Múnich brillaba")

 

Gladius Dei, Thomas Mann

 

  

Fue hace tres años y un día cuando llegué a Múnich. No era la primera vez que venía, pero algo me decía que esta vez la estancia duraría algo más que los 12 meses que aseguraba el contrato de mi beca. Lloré, pues, al despegar el avión (yo, que nunca lloro en las despedidas) y me preparé mentalmente para afrontar el reto de vivir mi propio sueño.

 

Entonces Múnich era azul.          Damals leuchtete München blau.

Azul como mis sueños                Blau, wie meine Träume.

y se me colaba en el alma,          Und sickerte in mein Herz, 

despacito,                               viel versprechend;

para llenármela de deseos           nahm mir den Schlaf

y dejarme en vela                      in den blauen Nächten.

en las noches azules.                 Damals leuchtete München blau, 

Entonces Múnich era azul.           blau, wie meine Träume.

Azul como mis sueños.

 

Han pasado 3 años y un día y para mí Múnich sigue siendo azul y sigue brillando. Porque tengo la sensación, en parte aterradora, de estar exactamente donde quiero estar cumpliendo mi condena.

 

P.D: Gracias, Angelika, por la ayuda con la versión alemana del poema.

  

Mi Munich

Hace tiempo que me ronda la cabeza la idea de dedicarle un pequeño homenaje a la ciudad que me soporta desde hace 3 años. En este tiempo he tenido la oportunidad de conocerla bastante bien y hoy por fin me he decidido a materializar ese homenaje en forma de blog:

http://munich.blogia.com 

Puesto que la constancia es una vitud que poseo en medida variable, no puedo prometer nada, pero me gustaría que fuese una guía sentimental puesta al servicio de quien quiera perderse por sus rincones.

Sois todos binvenidos.

"Por el mar corre la liebre…

"Por el mar corre la liebre…

…por el  monte la sardina, tralará…"

Eso dice la canción y además dice que son mentiras. Sin embargo, estos días sí que ha habido una sardina corriendo por el monte, bueno, en este caso, una boquerona por el Tirol, que no es lo mismo, pero casi. La visita de mis hermanos me ha llevado a esquiar a Fieberbrunn im Tirol, una pequeña estación en los Alpes austríacos, cuyos paisajes me han dejado totalmente hipnotizada.  

Montañas azules, bruma de gasa, nieve mullida y ejércitos de coníferas centenarias; una cabaña perdida con su hilito de vida saliendo por la chimenea y la esperanza de encontrarme con algún duende o alguna bruja malvada al doblar la siguiente curva del camino, tal es la magia del paisaje.

 

Esta imagen me la apunté en mi Moleskine durante uno de los ascensos en teleférico. Os la dejo aquí junto a una foto que espero os transmita la paz que yo sentí ante este paisaje solitario, lleno de evocaciones y de silenciosa armonía.

Se busca

Se busca

Múnich sigue exactamente donde la dejé. La he encontrado algo más fría y desapacible, como una amante despechada, pero básicamente igual, ya que no ha tenido a bien recibirme con la bella alfombra blanca de nieve recién caída que yo esperaba. 

Esta ciudad es hemosa, lo he dicho muchas veces, pero últimamente me maltrata más de la cuenta y se me hace difícil amarla como es debido. Creo que sabe que le estoy siendo infiel y que me ronda la idea de abandonarla por unos brazos más cálidos, aunque menos elegantes.

Lo cierto es que no me la quito de la cabeza. De hecho, creo que mi corazón no ha viajado de vuelta conmigo y se ha quedado colgado del último atardecer que vimos juntos. Os dejo la foto. 

Se busca...

Quiero Málaga

Mañana me voy a Málaga hasta el año que viene. Mañana me espera el mar. Me la traen floja las Navidades, la Nochevieja, los regalos y las comilonas, que yo lo que quiero son otras cosas.

Quiero pasear a mi Cuca por la playa y hacerle, nunca mejor dicho, perrerías.

Quiero levantarme cuando me plazca y desayunar en la terraza con el azul marino frente a mí.

Quiero pasarme la tarde en el Galerna con los amigos de siempre, empezar con el cafelito y pasar del aperitivo a los cubatas sin darnos cuenta. Luego, si encarta (uf… qué malagueña es esta palabra…cómo me gusta), un canutito a la orilla del mar, viendo las luces de la ciudad con la Farola y la torre de la Catedral al otro lado de la bahía.

Quiero ir de tapas al Pepa y Pepe (ese adobo, esos pinchitos…) o al Tóbalos si es que andamos por El Palo.

Quiero comer pescaíto en Las Palmeras y hartarme de espetos de sardinas recién pescadas.

Quiero family, mucha family, pero sin apreturas, que somos ya muy mayorcitos todos.

Quiero mar y quiero sol.

Quiero Málaga.

Mi Málaga, mi mar, mi sol… ese que me tatué en la espalda hace años ya para que nunca me faltara, aunque estuviera lejos, y que, sin embargo, tanto me falta.

 

¡Ay! Qué faltita me hace todo…

De dónde soy

De dónde soy

Vengo en tren de vuelta a Múnich desde Viena y me siento cansada. Pienso en muchas cosas al tiempo que un bello atardecer alpino pasa como una película ante mis ojos. A mi lado se encuentran personas muy queridas para mí que normalmente están lejos. Ellas, las mujeres de mi familia materna, duermen, cansadas de los paseos, las compras y las visitas, mientras yo aprovecho para poner un poco en orden mi cabeza. Me encanta viajar en tren. Me encanta viajar. Pero hoy tengo ganas de llegar a casa. A mi casa... Mi casa, que no es mía, en una ciudad que no es mi ciudad o tal vez lo es más que cualquier otra...Mi casa junto al mar, que ya no es mi casa, o tal vez es y será mi única casa...  Mil y un hoteles que no son mi casa, pero en los que cada vez necesito menos para sentirme como en casa... ¿A dónde voy? ¿De dónde soy?

Mis mujeres se despiertan y vuelve la actividad al vagón.

-Joder, abuela, cómo roncas

-¿Yo?

-Sí, mamá, tú...

-Pero si yo lo que he oído es a alguien roncar...

- Pues a ti misma, ¡jajaja!

-Anda, nena, calla ya... ¿No hay algo de dulce?

Risas y más risas... El señor que comparte con nosotras el vagón también se ríe, aunque no entiende nada de lo que hablamos.  

Entonces, un sonoro y cariñoso beso de mi madre sobre la mejilla me arranca una sonrisa que tiene una raíz muy honda en mis cavilaciones. Yo le cojo la mano y me echo sobre su hombro. Miro a mis mujeres reír y pienso que ojalá no se me olvide nunca que sí sé de dónde soy...

5 en Amsterdam

5 en Amsterdam

5 éramos 5. Pasamos por Amsterdam y Amsterdam pasó por nosotras... por cada una según su carácter:

-Vanesa, la becaria: sí, pasó por Amsterdam, pero Amsterdam no pasó por ella... ¡La Ronda Nocturna y La Lechera son dos cuadros distintos! No, Vanesa, no se trata de una lechera a la que despiertan por la noche...

-Claudia, la contable: sí, pasó por Amsterdam, bueno, sólo por algunas partes de ella... El momento Coffeeshop le producía estigmas, aunque, a pesar de todo, hay pruebas en su contra.

-Elena, la informadora turística: sí, pasó por Amsterdam, ¡y de qué manera! Brújula Linares la vamos a llamar a partir de ahora... Aunque Rolling Linares también le va. Esas manos, Linares, esas manos...

-Angelika, la realciones públicas: sí, pasó por Amsterdam y casi no vuelve. Digamos que Amsterdam también pasó por ella...y por sus venas. I want to get high...

-Y yo...bueno, yo no voy a echarme piedras sobre mi propio tejado ¿no? Si alguien tiene algo que decir ¡que lo diga!

Si queréis vernos en acción, a la becaria ya le ha dado tiempo a montar en vídeo el viaje de ida y hasta a colgarlo en youtube. Si es que vive demasiado bien...

Amsterdam

Hoy me asalta de repente un recuerdo: una clase estándar de colegio público llena de niños y niñas escuchando muy atentos  a un profesor. Parece cosa de un pasado lejano ¿verdad? Pues no, es una imagen relativamente reciente, principios de los 90. El profesor es don Salvador y habla de la II Guerra Mundial con entusiasmo y exagerando un poco (eso no lo sabía entonces, aunque algo intuía). Nosotros le adoramos y es que, a l fin y al cabo se parece a Lucky Luck. En esa clase nos cuenta una historia y nos recomienda un libro: el Diario de Ana Frank, libro que impresionó entonces mis impresionables 12 años.

Unos cuantos años después  viajo hoy por primera vez a Amsterdam y una de las cosas que haré será buscar sus huellas. Hay recuerdos literarios que forman parte de mí y me acompañan allá donde voy, por infantiles que sean.  

Muss es sein? Es muss sein!

Muss es sein? Es muss sein! Después de muchas horas de viaje he vuelto hoy a mi casa desde La Palma. ¿Cuántos kilómetros he hecho? Unos 4000, creo. El caso es que no estoy demasiado cansada a pesar del largo viaje que me ha llevado, después de muchos años, de nuevo al aeropuerto de Frankfurt.

Fue hace 17 años. Mis padres me propusieron ir a pasar unas semanas a Alemania, a Munich, y yo acepté encantada. Fue mi primer viaje al extranjero y en él me contagié de dos virus de los que todavía no he podido curarme (y tal vez no lo haga ya nunca): la aventura de viajar y la cultura alemana. Recuerdo como si fueses ayer la ilusión con la que cogí sola aquel avión de la compañía LTU que debía llevarme a Frankfurt y de ahí a Munich. Sola. Eso era lo más gustaba de todo. En Munich me esperaba mi tía Mavi, en realidad prima de mi madre, medio alemana y casada con un bávaro de pura cepa, el bueno de Fritz.

Recuerdo cómo me llamaron la atención aquel aeropuerto tan grande y esos largos pasillos con cintas transportadoras que recorrí en compañía de una azafata, con la que intercambié mis primeras palabras en alemán, las mismas que había aprendido con la prima de mi madre en sus vacaciones en España. Recuerdo las tardes de septiembre (ella siempre venía en septiembre), en aquella playa del sur ya vacía de turistas, oyendo sus historias sobre Munich, Baviera, Austria, el norte de Italia y lugares lejanos como Sri Lanka, a los que iba de vacaciones. Yo quería ver todo eso. Todo eso y mucho más.

Durante esa mi primera estancia en Alemania me enamoré de la ciudad en la que hoy vivo y supe que tenía que volver. La idea se me fijó en la mente y me trajo de vuelta, pasados muchos años, en varias ocasiones, hasta que terminé quedándome.

Hoy he hecho un largo viaje y he tenido mucho tiempo para pensar. He pensado en la aventura de viajar. En cómo me sigue ilusionando como a aquella "mafaldita" (así me llamaba mi padre, háganse una idea) de 11 años, a pesar de los muchos viajes y de las responsabilidades adquiridas. Y recordando la ilusión con la que viví aquel mi primer viaje al extranjero he sido consciente de que esto ya no es el extranjero. Es mi ciudad, mi casa, y lo es realidad desde hace mucho tiempo, porque es la ciudad que yo he elegí en aquel viaje hace muchos años. A veces incluso me pregunto si no fue ella la que me eligió a mí... 

"Muss es sein? Es muss sein!" ("¿Debe ser? ¡Tiene que ser!")

La Isla Bonita

Estaré unos días en La Palma, trabajando, no creáis.

Hasta mi vuelta.

Petersfriedhof

Petersfriedhof No fue hasta la tercera vez que visité Salzburgo cuando descubrí el Petersfriedhof (Cementerio de San Pedro) de Salzburgo. Hoy es uno de mis paseos favoritos de la ciudad.

Está situado en pleno centro, a pocos metros de la Catedral y a los pies de la fortaleza, muy cerca, por tanto, de los centros turísticos y, sin embargo, dentro te parece estar muy muy lejos del mundanal ruido. Es un cementerio pequeño y bien cuidado, exquisito como los propios austriacos y lleno de encanto (si es que algo así se puede decir de un cementerio), con su capilla gótica y sus cruces de forja, todas distintas. Hoy estaba especialmente bonito. Las tumbas estaban vestidas de gala, elegantemente adornadas con lazos y cirios y flores todavía frescas, cubiertas por una leve capa de nieve reciente.

Paseo entre las tumbas y me paro a leer aquí y allí los epitafios. La tarde está desapacible:hace frío y el cielo amenaza con más nieve. Vienen a mi mente entonces los compases del "Dies Irae" y me dejo llevar. Dejo que suenen en mi interior las notas sublimes del Réquiem y pienso en Mozart, pobre niño, pobre hombre, tan querido y sin última morada, ni siquiera en la ciudad que hoy se presenta orgullosa de ser su cuna. "Sic transit gloria mundis".

"Dies irae, dies illa,

solvet saeculum in favilla

Teste David cum Sibylla"

Un respingo de frío me devuelve a la realidad. Se me antoja un café, en el Tomaselli, por supuesto, y encamino mis pasos hacia el famoso establecimiento, donde me pierdo entre cafés servidos en bandejitas de plata y eclécticas vitrinas de tartas. Mientras, fuera se hace de noche y el frío arrecia. Pobres muertos, pienso. Y se me ocurre que estarán mucho mejor los míos (mi bisabuela Victoria, mi abuela Caridad, mi abuelo Genaro), un poco más al sur, a la orilla del mar Mediterráneo.

Nix wie weg

Nix wie weg

Como diría mi amiga Bea, la vida no me cunde, señores.  Mañana salgo de nuevo de viaje, esta vez rumbo a Zaragoza (¡temblad Anita, Vicen y demás maños!). Me daré un buen paseo por la ciudad, unos cuantos en realidad, y espero poder disfrutar aunque sea un viaje de trabajo.

"Nix wie weg" (no hay nada como irse), rezaba la publicidad de un turoperador alemán (de viajar esos saben un rato) especialista en viajes de último minuto y yo lo suscribo, porque este gusanillo de curiosidad que se sigue apoderando de mi estómago ante una nueva escapada es sencillamente impagable.

Ya os contaré.