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Mujer on constant sorrow

Petersfriedhof

Petersfriedhof No fue hasta la tercera vez que visité Salzburgo cuando descubrí el Petersfriedhof (Cementerio de San Pedro) de Salzburgo. Hoy es uno de mis paseos favoritos de la ciudad.

Está situado en pleno centro, a pocos metros de la Catedral y a los pies de la fortaleza, muy cerca, por tanto, de los centros turísticos y, sin embargo, dentro te parece estar muy muy lejos del mundanal ruido. Es un cementerio pequeño y bien cuidado, exquisito como los propios austriacos y lleno de encanto (si es que algo así se puede decir de un cementerio), con su capilla gótica y sus cruces de forja, todas distintas. Hoy estaba especialmente bonito. Las tumbas estaban vestidas de gala, elegantemente adornadas con lazos y cirios y flores todavía frescas, cubiertas por una leve capa de nieve reciente.

Paseo entre las tumbas y me paro a leer aquí y allí los epitafios. La tarde está desapacible:hace frío y el cielo amenaza con más nieve. Vienen a mi mente entonces los compases del "Dies Irae" y me dejo llevar. Dejo que suenen en mi interior las notas sublimes del Réquiem y pienso en Mozart, pobre niño, pobre hombre, tan querido y sin última morada, ni siquiera en la ciudad que hoy se presenta orgullosa de ser su cuna. "Sic transit gloria mundis".

"Dies irae, dies illa,

solvet saeculum in favilla

Teste David cum Sibylla"

Un respingo de frío me devuelve a la realidad. Se me antoja un café, en el Tomaselli, por supuesto, y encamino mis pasos hacia el famoso establecimiento, donde me pierdo entre cafés servidos en bandejitas de plata y eclécticas vitrinas de tartas. Mientras, fuera se hace de noche y el frío arrecia. Pobres muertos, pienso. Y se me ocurre que estarán mucho mejor los míos (mi bisabuela Victoria, mi abuela Caridad, mi abuelo Genaro), un poco más al sur, a la orilla del mar Mediterráneo.

3 comentarios

Bombero del Atardecer -

Probablemente, a la hora que tú hacías esta visita, yo visitaba otras tumbas, mucho mas modestas pero no menos significativas para mí. Pedí las llaves de la iglesia de un pueblo perdido, entré en penumbra, separé alfombras y atriles y dejé al descubierto las lápidas del clérigo Juan Mnez del Puy y del Ldo Cañas, con sus dos mujeres llamadas ambas Mari Sanchez, con sus caras toscamenta talladas en la lápida por artista no exento de talento, pero con algo de prisa. No en vano dejó en blanco la fecha de la muerte, lo que nadie se encargó de reparar cuando sucedió. Eran laudas de encargo, hechas en vida de los sepultados, todo completo, salvo la fecha de la muerte. Gris. Todo gris y oscuridad. Vidas perdidas en el tiempo, apenas hoy rescatadas por un loco meditabundo. Pega el Requiem para este momento, aunque ya tenga asignada su propia música. Retroacción al tiempo en que las descubrí: tarde nubosa, páramos, villa muy solitaria, iglesia abierta por azar, ambiente de tinieblas, inabarcable soledad ... Vae victis.

Nacho -

Imprescindible, sí visitas el cementerio, son las catacumbas que estan justo al lado, con sus escaleras, telas de araña y sus tétricas caninas en la entrada. Y, sí en Lisboa dí con el último sombrerero de Portugal,en Salzburgo encontré "la casa más pequeña", muy cerca de Tomaselli; tendrá metro y medio de ancho y una fabulosa gárgola. No doy más pistas,...os toca encontarla.

Josechu -

Salzburgo, ¿quién podría olvidar el Tomaselli y su Küchen-Dame? ...