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Mujer on constant sorrow

Tiempo de nieves

Tiempo de nieves

Hoy Munich se ha convertido por fin en la neverita que todos esperamos que sea en esta época del año y que una primavera demasiado madrugadora nos estaba escamoteando perversamente.

 

La nieve ya estaba anunciada. Por eso, cuando ha sonado el despertador esta mañana, muy al contrario de lo que suele ser mi costumbre, he salido de un brinco de la cama al primer toque y he corrido a la ventana a ver si ya estaba todo cubierto de blanco.

 

Y, efectivamente, nevaba… Aún no era esa nieve perfecta (porque la nieve puede ser perfecta), leve y juguetona, que casi se resiste a caer y que parece que ralentiza todo lo que ocurre a su alrededor. Era una nieve acuosa y algo pesada, pero lo importante es que cuajaba y todo empezaba a estar bastante cubierto, de manera que la ciudad sonaba ya distinta, más silenciosa.

 

Entonces me he preparado un café y me lo he tomado de pie junto a la ventana de la cocina, atontada mirando caer los copos de nieve, en un tiempo que se me ha antojado fuera de este mundo, inexistente. Una especie de “huída del tiempo”, como diría Ybris sabiamente. Porque la nieve es como el fuego o el mar: uno puede quedarse horas delante contemplando y nunca será igual. Finalmente he vuelto en mí y me he puesto en marcha: tac, tac, tac… Tiempo mundano y prosaico, marcado para no llegar tarde, aunque, como siempre, he llegado tarde. Pero, ¿tarde para qué? Y, sobre todo, ¿para quién? Sé que estas preguntas tienen respuestas sencillas, pero no me convencen.

 

Después, a la vuelta de la oficina, he querido hacer una foto para ilustrar el post: mi bici antes de retirarse a hibernar en el sótano. Y es que la pobre no está ya para aguantar estos extremos. Lo que no sabe es que pretendo jubilarla y cambiarla por una más joven cuando se vaya la nieve… No sé si seré capaz.

"El coño soy yo"

"El coño soy yo"

Dicen que eso fue lo que dijo Gustave Courbet una vez que se le preguntó sobre la identidad de la modelo a la que había retratado en tan comprometedora postura.

Adoro este cuadro que descubrí un día paseando por una de las salas laterales de la planta baja del Museo Orsay de París. Me fascina su historia errante, pasando de mano en mano, escondido incluso bajo otros lienzos, atrayendo y avergonzando por igual a artistas, marchantes y compradores a través del siglo XX. 

Y sin embargo, nada más natural que lo que representa. ¿O tal vez no? El título por el que se le conoce le fue dado mucho después de haber sido pintado, en un intento, creo yo,  por condicionar la idea que debía desprenderse de la imagen. Lo llamaron “L’Origine du Monde”  (El origen del mundo) y consiguieron con ello que sensualidad y procreación quedaran bien selladas en la mente del observador. Pero el cuadro es mucho más. Cuando lo miro procuro olvidarme del título y dejarme llevar por la imagen. ¿Es un cuerpo que llama? ¿Es el deseo? ¿O es un cuerpo que descansa tras la batalla? En cualquier caso es una imagen bellísima, llena de delicado erotismo y de feminidad. Es un cuerpo que desea y se hace desear; es una invitación expresada con una desconcertante naturalidad cargada de matices. Así lo interpreto yo. 

Mirar el cuadro y pensar en su historia me suele llevar a reírme de nuestra pretendidamente desinhibida sociedad occidental del siglo XXI. Hoy en día el cuadro se expone en uno de los museos más importantes del mundo, pero no debemos engañarnos ni pensar que estamos a años luz de los coetáneos de Courbet, al menos como sociedad. Sabemos ser explícitos o más bien hemos aceptado que el sexo y el erotismo pueden ser explícitos, pero poco más. Y si no, que mire cada uno en su dormitorio y haga examen de conciencia.

Mi Munich

Hace tiempo que me ronda la cabeza la idea de dedicarle un pequeño homenaje a la ciudad que me soporta desde hace 3 años. En este tiempo he tenido la oportunidad de conocerla bastante bien y hoy por fin me he decidido a materializar ese homenaje en forma de blog:

http://munich.blogia.com 

Puesto que la constancia es una vitud que poseo en medida variable, no puedo prometer nada, pero me gustaría que fuese una guía sentimental puesta al servicio de quien quiera perderse por sus rincones.

Sois todos binvenidos.

Haiku vs. Sudoku

Haiku vs. Sudoku

Creo que soy la única persona que conozco que nunca ha hecho un sudoku. No es que me enorgullezca de ello, pero es la pura verdad y ante la ola de sudokus que invade nuestras vidas, lo cierto es que empiezo a preocuparme. ¿Seré un bicho raro?

Yo, si hay que subirse al carro japonés, prefiero mil veces el haiku, que es un pasatiempo de lo más entretenido y, puestos a mantener la mente despierta, me parece un ejercicio mucho más sano. Una vez que uno ha leído unos cuantos haikus se le mete la estructura en la cabeza y ya no hay quien pare. Es un vicio. La pena, al menos para mí, es que muchos se me pierden de camino al trabajo, en el metro o en la cola del supermercado. A veces la vena-haiku me asalta en casa y escribo muchos de un tirón, casi automáticamente, como una sucesión de imágenes o de flashes. Eso me encanta. Luego los guardo y no los leo hasta un tiempo después, cuando ya se me ha olvidado lo que escribí y casi los puedo leer como algo ajeno. Entonces decido los que de verdad me evocan algo y los que, bueno, ahí se quedan porque da pena borrarlos y, porque, al fin y al cabo, nunca se sabe si lo que hoy no te dice nada en el futuro te lo dirá.

Hablaba el otro día de este tema con  mi hermano el físico en ciernes y creo que me dio la clave: hay una solución para cada sudoku y mil posibilidades con que rellenar la estructura de un haiku.  En un sudoku sabes lo que buscas, otra cosa es que lo encuentres. Con el haiku, en cambio, ahí estás tú con tus versos frente al mundo. Ya te las apañarás. Si lo miras bien, en el fondo no es más que cuestión de psicología ¿qué eres tú: tipo haiku o tipo sudoku?

Lo mejor de los dos, en realidad, es que no tienen ninguna importancia. O tal vez la encierran toda. En su sencillez radica su belleza.

Yo os dejo aquí uno. Un haiku, claro está. Iré dejando más, pero sin abusar.

Sólo tus ojos

Saben ver mi cordura

O mi locura 

 

Se busca II

Buscar ¿es ya encontrar parte de lo buscado?

"Por el mar corre la liebre…

"Por el mar corre la liebre…

…por el  monte la sardina, tralará…"

Eso dice la canción y además dice que son mentiras. Sin embargo, estos días sí que ha habido una sardina corriendo por el monte, bueno, en este caso, una boquerona por el Tirol, que no es lo mismo, pero casi. La visita de mis hermanos me ha llevado a esquiar a Fieberbrunn im Tirol, una pequeña estación en los Alpes austríacos, cuyos paisajes me han dejado totalmente hipnotizada.  

Montañas azules, bruma de gasa, nieve mullida y ejércitos de coníferas centenarias; una cabaña perdida con su hilito de vida saliendo por la chimenea y la esperanza de encontrarme con algún duende o alguna bruja malvada al doblar la siguiente curva del camino, tal es la magia del paisaje.

 

Esta imagen me la apunté en mi Moleskine durante uno de los ascensos en teleférico. Os la dejo aquí junto a una foto que espero os transmita la paz que yo sentí ante este paisaje solitario, lleno de evocaciones y de silenciosa armonía.

Pero ¿quién vive? II

Cuando uno se toma la vida demasiado en serio corre el peligro de aburrirse mortalmente, tanto, que la muerte sería lo más entretenido que podría pasarle. Por eso los aburridos hablan tanto de ella y no hacen sino aburrirnos a todos con su aburrimiento.

Se busca

Se busca

Múnich sigue exactamente donde la dejé. La he encontrado algo más fría y desapacible, como una amante despechada, pero básicamente igual, ya que no ha tenido a bien recibirme con la bella alfombra blanca de nieve recién caída que yo esperaba. 

Esta ciudad es hemosa, lo he dicho muchas veces, pero últimamente me maltrata más de la cuenta y se me hace difícil amarla como es debido. Creo que sabe que le estoy siendo infiel y que me ronda la idea de abandonarla por unos brazos más cálidos, aunque menos elegantes.

Lo cierto es que no me la quito de la cabeza. De hecho, creo que mi corazón no ha viajado de vuelta conmigo y se ha quedado colgado del último atardecer que vimos juntos. Os dejo la foto. 

Se busca...

(Des)propósito de año nuevo

No creo en los propósitos de año nuevo, pero este año estoy que lo tiro y me voy a animar a formular mi particular (des)propósito para el 2007: quiero aprender a contar hasta 10 antes de hablar ¿Seré capaz?

Quiero Málaga

Mañana me voy a Málaga hasta el año que viene. Mañana me espera el mar. Me la traen floja las Navidades, la Nochevieja, los regalos y las comilonas, que yo lo que quiero son otras cosas.

Quiero pasear a mi Cuca por la playa y hacerle, nunca mejor dicho, perrerías.

Quiero levantarme cuando me plazca y desayunar en la terraza con el azul marino frente a mí.

Quiero pasarme la tarde en el Galerna con los amigos de siempre, empezar con el cafelito y pasar del aperitivo a los cubatas sin darnos cuenta. Luego, si encarta (uf… qué malagueña es esta palabra…cómo me gusta), un canutito a la orilla del mar, viendo las luces de la ciudad con la Farola y la torre de la Catedral al otro lado de la bahía.

Quiero ir de tapas al Pepa y Pepe (ese adobo, esos pinchitos…) o al Tóbalos si es que andamos por El Palo.

Quiero comer pescaíto en Las Palmeras y hartarme de espetos de sardinas recién pescadas.

Quiero family, mucha family, pero sin apreturas, que somos ya muy mayorcitos todos.

Quiero mar y quiero sol.

Quiero Málaga.

Mi Málaga, mi mar, mi sol… ese que me tatué en la espalda hace años ya para que nunca me faltara, aunque estuviera lejos, y que, sin embargo, tanto me falta.

 

¡Ay! Qué faltita me hace todo…

La voz a ti debida

La voz a ti debida

Hoy me vienen a la mente estos versos de Pedro Salinas y os los dejo aquí sin más comentarios. Creo que encierran una intensa belleza y me desarma su certera sencillez. 

 

"Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo".

La voz a ti debida (versos 792-797)

Los ciegos

Los ciegos

"Pregunto: ¿Qué buscan en el cielo, todo esos ciegos?"

Los ciegos (Las Flores del Mal), Charles Baudelaire.

-¿Qué miras?

-Nada

-¿Dónde está tu mirada?

-Perdida

-¿Por qué?

-Porque nada veo

-¿Dónde la has perdido?

-En el cielo

-¿Tan lejos?

-Se ha quedado allí contando estrellas

-¿Y tú?

-Yo me he quedado aquí triste y solo.

-¿Aún la buscas?

-Sí, en el cielo.

De dónde soy

De dónde soy

Vengo en tren de vuelta a Múnich desde Viena y me siento cansada. Pienso en muchas cosas al tiempo que un bello atardecer alpino pasa como una película ante mis ojos. A mi lado se encuentran personas muy queridas para mí que normalmente están lejos. Ellas, las mujeres de mi familia materna, duermen, cansadas de los paseos, las compras y las visitas, mientras yo aprovecho para poner un poco en orden mi cabeza. Me encanta viajar en tren. Me encanta viajar. Pero hoy tengo ganas de llegar a casa. A mi casa... Mi casa, que no es mía, en una ciudad que no es mi ciudad o tal vez lo es más que cualquier otra...Mi casa junto al mar, que ya no es mi casa, o tal vez es y será mi única casa...  Mil y un hoteles que no son mi casa, pero en los que cada vez necesito menos para sentirme como en casa... ¿A dónde voy? ¿De dónde soy?

Mis mujeres se despiertan y vuelve la actividad al vagón.

-Joder, abuela, cómo roncas

-¿Yo?

-Sí, mamá, tú...

-Pero si yo lo que he oído es a alguien roncar...

- Pues a ti misma, ¡jajaja!

-Anda, nena, calla ya... ¿No hay algo de dulce?

Risas y más risas... El señor que comparte con nosotras el vagón también se ríe, aunque no entiende nada de lo que hablamos.  

Entonces, un sonoro y cariñoso beso de mi madre sobre la mejilla me arranca una sonrisa que tiene una raíz muy honda en mis cavilaciones. Yo le cojo la mano y me echo sobre su hombro. Miro a mis mujeres reír y pienso que ojalá no se me olvide nunca que sí sé de dónde soy...

5 en Amsterdam

5 en Amsterdam

5 éramos 5. Pasamos por Amsterdam y Amsterdam pasó por nosotras... por cada una según su carácter:

-Vanesa, la becaria: sí, pasó por Amsterdam, pero Amsterdam no pasó por ella... ¡La Ronda Nocturna y La Lechera son dos cuadros distintos! No, Vanesa, no se trata de una lechera a la que despiertan por la noche...

-Claudia, la contable: sí, pasó por Amsterdam, bueno, sólo por algunas partes de ella... El momento Coffeeshop le producía estigmas, aunque, a pesar de todo, hay pruebas en su contra.

-Elena, la informadora turística: sí, pasó por Amsterdam, ¡y de qué manera! Brújula Linares la vamos a llamar a partir de ahora... Aunque Rolling Linares también le va. Esas manos, Linares, esas manos...

-Angelika, la realciones públicas: sí, pasó por Amsterdam y casi no vuelve. Digamos que Amsterdam también pasó por ella...y por sus venas. I want to get high...

-Y yo...bueno, yo no voy a echarme piedras sobre mi propio tejado ¿no? Si alguien tiene algo que decir ¡que lo diga!

Si queréis vernos en acción, a la becaria ya le ha dado tiempo a montar en vídeo el viaje de ida y hasta a colgarlo en youtube. Si es que vive demasiado bien...

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How I wish, how I wish you were here
We're just two lost souls swimming in a fish bowl
Year after year
Running over the same old ground
What have we found?
The same old fears 
Wish you were here.

Wish you were here, Pink Floyd

Tan lejos, tan cerca...

Amsterdam

Hoy me asalta de repente un recuerdo: una clase estándar de colegio público llena de niños y niñas escuchando muy atentos  a un profesor. Parece cosa de un pasado lejano ¿verdad? Pues no, es una imagen relativamente reciente, principios de los 90. El profesor es don Salvador y habla de la II Guerra Mundial con entusiasmo y exagerando un poco (eso no lo sabía entonces, aunque algo intuía). Nosotros le adoramos y es que, a l fin y al cabo se parece a Lucky Luck. En esa clase nos cuenta una historia y nos recomienda un libro: el Diario de Ana Frank, libro que impresionó entonces mis impresionables 12 años.

Unos cuantos años después  viajo hoy por primera vez a Amsterdam y una de las cosas que haré será buscar sus huellas. Hay recuerdos literarios que forman parte de mí y me acompañan allá donde voy, por infantiles que sean.  

La batalla

¿Y qué se me ha perdido a mí por estas tierras? La ambición, o un sueño juguetón, de poder siempre con todo muy a pesar del modo en que venga la ración. ¿Y qué más da? Si al borde del abismo, da lo mismo, si fue en esta tierra o si fue en otra donde al final encuentras, vencido, la derrota.

Vivir con la ilusión de que se vive, luchar una batalla ya perdida, y a pecho descubierto, sin petos, sin celadas, alimentarte con la sangre de tu herida y vivir entre el chocar de las espadas.

 

Low Tide

Low Tide

Vano oleaje

Este de mi vida

Este en que me hallo inmersa.

Rober

Rober

Mi hermano Roberto es el pequeño de la familia. Llegó al mundo en un momento demasiado difícil para aquellos que debían recibirlo con la alegría que se merecía y le costó encontrar su lugar. Ahora que ya se ha caído por completo el velo de la infancia, pienso en mi madre y la imagino con angustia dando a luz en el ala maternal de un hospital infantil un trocito de ella, mientras en el ala de oncología se apagaba al mismo tiempo otro trocito. Terrible dilema para una madre, para una familia, que lo afrontó lo mejor que pudo o supo. Sólo el hecho de ser el pequeño ya hubiera sido suficiente reto, pero en su caso había más y eso es lo que creo que le convirtió en un corredor de fondo, en un observador reflexivo y cauto, un poco receloso de todo lo que viene con demasiada facilidad.

Rober fue un niño tranquilo y un poco arisco. En su niñez y primera adolescencia se miró, como creo que es normal, en el espejo de su hermano. Los mismos juegos, la misma pasión por la misma música, la misma vestimenta, la misma melena, el ataque conjunto a la hermana mayor (¡pobre de mí!)... Hasta que la crisis inevitable le fue proporcionando poco a poco su lugar.

Hoy en día a veces me lo imagino como un monje tibetano (no en vano tiene un Ohm tatuado en la espalda), de vida tranquila e ideas elevadas, al que le gusta permanecer, como a Fray Luis "ni envidiado ni envidioso". Para mí, para todos, fue toda una sorpresa ir descubriendo poco a poco el hombre en el que se ha convertido. Una persona de sólidos principios, voluntarioso y trabajador. Tal vez demasiado racionalista y relativista (o tal vez yo demasiado poco). Él es una pura mente físico-matemática y yo, bueno, digamos que mi insuficiencia en ese sentido me ha hecho más bien decantarme por la intuición como base del pensamiento.

Disfruto hablando con él, componiendo y descomponiendo el mundo, mezclando a Don Quijote con la Física Cuántica y a Nietzsche con el Cid o Hawkins. Me gusta poder aprender de mi hermano pequeño. De mi Robertino, como le llamábamos hasta hace no mucho. Ahora que va de camino al Nobel de Física (acaba de publicar su primer artículo, del que yo sólo entiendo el nombre de autor, por cierto) todavía le llamo así a veces y reconozco que siempre veré en él a mi hermano pequeño. Como todas las hermanas mayores, supongo.

Ser es querer

Ser es querer

H

O

Y

Q

U

I

E

R

O

 

S

E

R

E

       L

              Á

                      S

                             T

                                    I

                                           C

                                                   A

           

                                                                                       Ynoamoldarmealestrechopliegodelarealidad